Delimitación conceptual
El concepto de calidad en educación superior universitaria
El término calidad no es una novedad; seguramente, Ud. ha tenido ocasión de escucharlo o, incluso, utilizarlo en diversas ocasiones. Le proponemos, entonces, inaugurar esta unidad con una revisión personal de nuestros conocimientos y experiencias en el uso de este concepto. Cuando Ud. usa la palabra calidad, ¿a qué se refiere? ¿Ha oído que se le hayan atribuido otros significados? ¿Cómo supone Ud. que ese concepto se adapta a la educación?
La preocupación por el tema de la calidad se ha vuelto central en las discusiones sobre educación superior en las últimas dos décadas; esto vino de la mano de una política tendiente a introducir al sistema mecanismos que permitan evaluarla y asegurarla o mejorarla. Tan es así que, para conceptualizar la calidad en el ámbito universitario, no resulta extraño recurrir a la identificación de estándares e indicadores. Sin embargo, resulta indispensable advertir que la calidad es un término multidimensional que admite distintas acepciones; éstas varían en función de los actores interesados, del contexto institucional y sistémico en el que nos encontremos, del momento histórico en el que nos situemos. Incluso varía si tomamos como referencia los insumos, los procesos o los resultados para medirla.
De este modo, la calidad puede adquirir significados diferentes dependiendo de:
– La comprensión de los diversos intereses de los grupos o actores comprometidos en la educación superior.
– Sus referencias: insumos, procesos, productos, misiones, objetivos, etc.
– Los atributos o características del mundo académico que se considera necesario evaluar.
– El período histórico en el desarrollo de la educación superior.
Como plantea Fernandez Lamarra (2004):
Las concepciones sobre calidad varían según los actores. Para los académicos, se refiere a los saberes; para los empleadores, a competencias; para los estudiantes, a empleabilidad; para la sociedad, a ciudadanos respetables y competentes; para el Estado, según la concepción que asuma, puede variar: de aspectos vinculados con el desarrollo social y humano, a la eficiencia, a los costos y a los requerimientos de capital humano. En realidad –como señala Dias Sobrinho–, el concepto de calidad es una construcción social que varía según los intereses de los grupos de dentro y de fuera de la institución educativa, que refleja las características de la sociedad que se desea para hoy y que se proyecta para el futuro. No es un concepto unívoco y fijo, sino que debe ser construido a través de consensos y de negociaciones entre los actores (Dias Sobrinho, 1995). Es, por lo tanto, una concepción de construcción colectiva y gradual, que integra y articula visiones y demandas diferentes con los valores y con los propósitos de la institución educativa.
A fin de introducirnos en el tema con ayuda de algunos expertos, lo invitamos a ver los primeros 3 minutos de la quinta parte del vídeo de la presentación del libro de Clark. En este vídeo, Rinesi explicita su postura respecto de lo que entiende por calidad.
Esta posición, además, podría contrastarse con la expresada por algunos actores clave que fueron entrevistados por dos alumnas en oportunidad de discutirse el sistema de ingreso a la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. Le solicitamos, por lo tanto, que visualice la entrevista para realizar su propia comparación en torno a las diversas posturas.
El documento del CINDA (2009) empieza reconociendo ese carácter múltiple de la calidad y presenta las cinco dimensiones de la calidad que toma de Harvey y Green (1993):
- Calidad como fenómeno excepcional.
- Calidad como perfección o cero error.
- Calidad como ajuste a los propósitos.
- Calidad como relación valor-costo.
- Calidad como transformación.
Lo invitamos a abordar el documento realizando una atenta lectura personal. Para ayudarlo en esta tarea, comenzaremos aportando algunos comentarios relativos a cada una de las dimensiones mencionadas.
- Calidad como fenómeno excepcional. Se trata de la calidad asociada al prestigio. Esta mirada requiere de ciertas precauciones, ya que la reputación puede ser el resultado de la confluencia de múltiples factores, algunos de ellos no atribuibles a la institución. Por ejemplo, una universidad que sea muy exigente en el examen de ingreso probablemente presentará mejores rendimientos; sin embargo, éstos no son mérito exclusivo de la formación universitaria, sino que resultan de la combinación de la formación recibida en el nivel medio, el perfil de los estudiantes e, incluso, su origen socio-económico.
- Calidad como perfección o cero error. Esta manera de entender la calidad presenta dificultades para ser aplicada a la universidad debido a que, en educación superior, las especificaciones del producto, que podrían asemejarse a algo así como el perfil del egresado o los criterios de rigurosidad de la ciencia, varían junto con la misión institucional, las expectativas de la sociedad, la postura epistemológica adoptada, entre otras. Esto da lugar a una enorme heterogeneidad entre sistemas, incluso intra-sistema, que impide estandarizar los requerimientos.
- Calidad como ajuste a los propósitos. Esta dimensión de la calidad sí resulta relevante en educación superior, aunque requiere contrastarla con las demandas del medio. Es decir, la calidad como ajuste a propósitos se preocupa de que la institución esté realmente orientada a los fines que explicita y que haya desarrollado la capacidad para alcanzar los objetivos que se haya trazado. Por otra parte, nada dice respecto de que esas metas sean relevantes para la comunidad; por lo tanto, se requiere complementar esta mirada con una que sí contemple el ajuste de los objetivos a las expectativas de la sociedad.
- Calidad como relación valor-costo. Esta dimensión puede parecer mercantilista pero, en un contexto de escasez de recursos, no debería olvidarse el criterio de la eficiencia, en tanto permite optimizar el uso de esos recursos.
- Calidad como transformación. Esta concepción pone énfasis en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la transformación que éste produce en los estudiantes. Esta postura presenta dos dificultades: en primer lugar, el cambio de conducta de los estudiantes difícilmente sea atribución exclusiva de la institución, ya que, en general, pueden incidir múltiples factores. En segundo lugar, las universidades tienen otras dos funciones sustantivas aparte de la enseñanza: la investigación y la extensión.
Tomando como base la calidad como ajuste a los propósitos e incorporando el ajuste de esos objetivos a las demandas de los actores externos interesados (Estado, sociedad, mercado, grupos disciplinares, comunidad local, etc.), se podría definir calidad de la siguiente manera:
…concepto global y multidimensional, que se comprende a partir del análisis relacional entre los distintos factores que componen una institución de educación superior, entendiendo por esto su ámbito de desarrollo, su cultura institucional, sus concepciones internas, las características particulares de sus actores (alumnos, profesores, personal de apoyo) y las relaciones que entre éstos se establezcan, sus recursos y resultados. A esto también se añaden los factores de carácter externo, como son los requerimientos y estándares específicos establecidos por el medio social, disciplinario y profesional en la cual una determinada IES se encuentra inserta, además de su rol social, las concepciones políticas- económicas subyacentes y otros elementos similares (CINDA-ALFA, 2009: 6-7).
Es decir, estamos planteando que los propósitos tienen dos dimensiones, la consistencia externa y la consistencia interna, y que ambos deben tomarse en consideración para entender la calidad.
Bibliografía obligatoria
CINDA-ALFA. Marco de referencia para el proyecto sobre aseguramiento de la calidad [en línea]. Chile: Centro Interuniversitario de Desarrollo, 2009 [fecha de consulta: 25 de enero de 2013].
El Proyecto Alfa "Aseguramiento de la Calidad: Políticas Públicas y Gestión Universitaria" pertenece al Centro Interuniversitario de Desarrollo, en Chile y tuvo su desarrollo durante tres años, hasta su conclusión en enero de 2012.
En este proyecto participaron veintitrés universidades, distribuidas en doce países latinoamericanos y cuatro países europeos, con el objetivo general de evaluar el impacto de los mecanismos de aseguramiento de la calidad en la educación superior, y desarrollar capacidades para una mejor gestión de la calidad.
Referencia bibliográfica
Fernandez Lamarra, Norberto. Hacia la convergencia de los sistemas de educación superior en América Latina. Revista Iberoamericana de educación, (35), mayo-agosto 2004.