Unidades Operativas
Disciplinas e instituciones convergen en las unidades académicas: la cátedra, el departamento y el instituto. Estas unidades académicas u operativas son, simultáneamente, parte de la disciplina y parte del establecimiento, lo que les otorga una gran fortaleza. En este sentido, los dos modelos clásicos y polares son el departamento y la cátedra, que representan distintas formas de concebir a lo académico, surgieron en diferentes contextos y responden a necesidades diversas.
La cátedra fue la forma tradicional de organización académica y se remonta a la universidad medieval, que estaba organizada como gremio y como federación de maestros. Esta forma de organización, que fue el modelo clásico de las universidades europeas y también latinoamericanas, ha sido objeto de críticas y revisiones durante los últimos años. En esta estructura, la máxima responsabilidad académica es unipersonal y reposa en el catedrático o profesor titular, quien supervisa las actividades de todo el personal académico subordinado. No sólo las tareas de docencia dependen de él, sino también las de investigación, que en muchos casos se realizan en institutos anexados a las cátedras.
El modelo tradicional adoptado por las universidades en Latinoamérica y Europa es el de facultades. En la estructura por facultades, las actividades se agrupan en torno a los resultados: los egresados de cada carrera. En este caso, la docencia está en manos de cátedras que tienen a su cargo el dictado de las diferentes asignaturas que el estudiante debe aprobar para obtener el título. Todas estas materias funcionan dentro del ámbito de la facultad, que diseña, actualiza y reformula la propuesta curricular. Las aulas, bibliotecas y laboratorios están bajo la órbita de cada facultad.
El alumno ingresa a la universidad por la facultad y muy posiblemente nunca se relacione con los alumnos de otras carreras ajenas a su unidad académica. Los profesores pertenecen a la planta de personal de la facultad y su contacto puede ser nulo con los alumnos de otras unidades académicas. Las actividades de investigación y extensión se desarrollan dentro de los límites de la facultad, dificultando o evitando las vinculaciones entre docentes-investigadores de una misma o distinta disciplina, que pertenezcan a diferentes ámbitos dentro de la universidad (Obeide, 1998: 3).
Por otra parte, el departamento es una estructura relativamente nueva que surgió durante el siglo pasado en Estados Unidos. En éste, las responsabilidades y el poder se distribuyen entre varios profesores del máximo rango académico; además, la organización departamental no está basada en los resultados (egresados), sino en los medios necesarios para su formación (disciplinas) (Obeide, 1998). Asimismo, los departamentos están compuestos por un equipo de docentes que tienen afinidad disciplinar y prestan servicio a las carreras a través del dictado de las materias de su especialidad. Respecto a las actividades sustantivas de las instituciones universitarias, los departamentos se caracterizan por disponer del monopolio sobre las tareas de docencia, investigación y extensión de un campo particular del conocimiento (Toribio, 1999).
En Latinoamérica, si bien se adoptó el modelo de facultades y cátedras, a partir de la década de los cincuenta se comenzó a impulsar la organización de tipo departamental. Durante la década de los setenta, hubo un nuevo impulso de este modelo, que fue adoptado por algunas universidades innovadoras. Sin embargo, también dio origen a críticas que pusieron de manifiesto las dificultades que presentaba su incorporación por parte de las universidades de la región.
Follari y Soms (1981) propusieron una serie de cuestionamientos al modelo departamental en base a la experiencia de las universidades latinoamericanas que lo adoptaron porque, según su análisis, se le asignaron propiedades que realmente no tiene. En base a su mirada crítica, estos autores afirman que el modelo departamental posee las siguientes características:
- ● Aunque permite mayor flexibilidad en el uso del personal académico, la rotación de los docentes por diferentes cursos puede llevar a la improvisación.
- ● Favorece la profundización en el área disciplinaria respectiva, pero atenta contra la unidad del conocimiento.
- ● Implica una descentralización del poder en la institución, pero su capacidad de funcionamiento es más restringida que la de una facultad.
- ● Puede llevar a un aislamiento de los académicos en el interior de su disciplina.
- ● Debilita la unidad de las carreras.
- ● Evita duplicaciones administrativas, pero favorece una concentración de tareas poco recomendable a nivel del rectorado.
- ● Alienta la investigación disciplinar, pero obstaculiza la investigación curricular.
- ● Puede dar lugar a un doble mando: jefes de departamento por un lado y jefes de carrera por el otro.
- ● Los estudiantes no siempre logran resolver sus problemas, porque ellos pertenecen a las carreras.
- ● Se privilegian las carreras que pertenecen a los departamentos. Las que están más distribuidas en diferentes departamentos reciben menor atención, lo cual es contradictorio con los principios del modelo.
Esta crítica al modelo departamental puro pretende poner de manifiesto que su adopción como forma de reemplazo de las estructura de facultades puede conducir a nuevos problemas si no se toman ciertas recaudos. Justamente para asegurar esto último, se implementaron, ya sea correcciones al modelo puro o formas mixtas. Estas últimas permiten combinar la organización departamental con las coordinaciones de las carreras o departamentalizar un tipo de disciplinas y no otras; por ejemplo, permiten crear departamentos que agrupen a las ciencias básicas sin hacer lo mismo con las carreras tecnológicas y profesionales.
En base a su análisis, Follari y Soms (1981) recomendaron que, si se adopta el modelo departamental, se debe fortalecer la coordinación de las carreras y crear institutos especializados en forma paralela para desarrollar investigación interdisciplinaria.
Durand (2002), por su parte, advierte que la estructura departamental presenta dificultades de coordinación entre los académicos por efecto de la especialización, falta de responsabilidad de algunos académicos (favorecida, a su vez, por su gran autonomía) e inflexibilidad para la innovación, ya que no permite el trabajo en equipos interdisciplinarios.
Burton Clark (1991), en un aporte distinto, propone un punto de vista divergente respecto a lo planteado por estos autores. Según este académico, la cátedra ha demostrado ser menos adecuada que el departamento para albergar disciplinas en expansión y tiene menor capacidad para corregir errores. Más aún, la adaptabilidad de la cátedra al cambio es restringida, por lo que se produjo una evolución hacia el modelo departamental a partir de la década de los sesenta en varios países europeos. Sin embargo, como este modelo también mostró limitaciones frente al avance de los conocimientos interdisciplinarios, las estructuras matriciales (cuyo estudio Ud. podrá profundizar a continuación) se hicieron cada vez más frecuentes porque favorecen la conjunción de profesores y estudiantes en centros enfocados a problemas que requieren de varias disciplinas (Clark, 1991: 268 –270).
Durand (2002) encuentra la alternativa estructural al modelo departamental en la organización matricial. Esta nueva alternativa consiste, por una parte, en la combinación del agrupamiento funcional, por el cual los especialistas de una determinada disciplina trabajan juntos (análogo al departamento) y, por la otra, en el agrupamiento por servicio o producto, que consiste en la coordinación de las interdependencias del trabajo académico.
En el esquema matricial, junto a los directores de departamento se encuentran los directores de programas o de carreras, lo que implica una doble dependencia de los académicos. Por ello, Durand afirma: “los directivos de producto, servicio o mercado deben tener una función integradora y no tener poder formal para dirigir a los académicos, sino que lo deben hacer a través de los directores de departamentos” (Durand, 2002: 183 – 193).
Las críticas de Follari y Soms(1981) al modelo departamental puro, las observaciones de Clark (1991) sobre la evolución de las universidades europeas y las de Durand (2002) sobre las ventajas del modelo matricial señalan una clara coincidencia a favor de este modelo.
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